lunes, 8 de abril de 2013

Franz Ferdinand en el Summer´s Theatre

"What´s wrong with a little destruction?"

Salgo para el Teatro de Verano en el 121, de rata nomás, porque estando acreditado para un toque que salía un par de cm3 de escroto cada día no me costaba nada tomarme un taxi. El 121 estaba en esos días en que lo lleva la inercia, en que pareciera que el chofer hace fuerza y cruza los deditos de los pies para que lo agarre la roja.

En eso se estaciona al lado otro 121 y se genera una discusión sobre quién debía llevar la delantera y comienza una carrera furiosa, digna de una picada en la rambla de Punta Gorda, pero al revés. Se peleaban por quién iba más lento. Me bajé y empecé a rastrear por un taxi, y tras pegarle un codazo en los dientes a una vieja, logré mi objetivo.

El diálogo con el taxista llega auspiciado por:



Yo: Vamos al Teatro de Verano.
Taxista: Hay algún show?
Yo:  No, hay una convención de termotanques de cobre. *

* Esa fue la primera respuesta que me vino a la mente. Cuando recordé que mi vida estaba en manos de este obrero del volante, me tragué mi sarcasmo. El resto del diálogo no es relevante.

Llegué y mi amigo/colega Paulo Roddel me esperaba con la acreditación. No sin antes ser abordado por un par de espesos adultos en estado de ebriedad que se ofrecieron para vender/comprar/permutar (todo les sirve) una entrada.

A esos mismos especímenes mi otro amigo (identifiquémoslo como DP) les había comprado una acreditación igual a la mía por $500. Una ganga, teniendo en cuenta que la entrada más barata estaba $700 y que el muy boludo lucía una remera de “Franz Ferdinand” que era digna de fajarlo con la plata. Rápidamente llegamos a la certera conclusión de que estas gárgolas del regateo ni siquiera sabían el nombre de la banda que tocaba ahí.

Lo mejor de estar acreditado es que pasás lo que sea. Un barril de cerveza, un ladrillo de porro paraguayo prensado, un misil norcoreano. DP entró con un tupper, un tenedor y un cuchillo (un arma homicida, justo lo que necesitábamos). En mi caso, fue una petaca de whisky para poder mojarme los labios sin tener que hacer la larga y tediosa fila de la cantina.

Bueno, tocaron unos naipes ahí (no offence amis de Santé les ídem) y luego arrancó Franz Ferdinand con “No you girls”, la “conocida” del último disco (“Tonight” 2009) y a partir de ahí fueron picando 1 conocida con 1 nueva (del material que aún no salió al mercado). Hasta que de la mitad para adelante solo tocaron las que sabíamos más o menos.

Alex Kapranos (alias “el cantante”) intentó dialogar con la gente, pero nadie le entendía un pomo salvo cuando utilizaba las palabras mágicas: “Uruguay” y “Montevideo”. Hizo lo posible por arengar a la audiencia, y lo máximo que logró fue que la gente coreara parte de la letra de “Walk away”, obviamente, al mejor estilo Roberto Quenedi: en un inglés de mierda.


Ya llegando al final, hubo 2 momentos de fiero castigo instrumental. El primero fue cuando entre los 4 integrantes hicieron un solo de batería conjunto, palo y palo, cosa que suelen hacer al final de “Outsiders”. En vivo fue algo impresionante. Te retumbaba hasta las entrañas.

El segundo fue cuando Kapranos pateó un parlante, pero no para hacerse el heavy. El tema es que el cantante tuvo un duelo aparte con ese retorno. Cuando salía a pasear con la guitarra, en reiteradas ocasiones lo volteó, algunas con el cable y en otras con los pies, obligando a un plomo a escabullirse en el escenario para volver a ponerlo en su lugar. En el último tema se hizo evidente que había un problema de audio cuando Kapranos directamente pateó el parlante al mejor estilo Colin Hendry (histórico capitán de la selección escocesa) y el plomo esta vez se avivó y lo retiró del escenario.

Así terminó esta misa hipster, plagada de pantalones chupines y lentes Ray-Ban Wayfarer. Si tuviera que ponerle un puntaje al toque, tendría que recurrir a aquella revista argentina llamada “La García”, que tenía categorías algo especiales.

Nivel de Pogo: 1

Olor a Faso: 1 (nosotros)

Aguante: 3 (nosotros tres)

Glamour: 7 (todos menos nosotros)

Fisura: 9 (antes de prender un porro ya nos estaban pidiendo)

La frase: “Dale suave que mañana tiene que cantar Pachela” (mi amigo DP cuando Kapranos pateó el parlante)

El cantito: “As iu guaca wei! Guaca wei!” (la gente cantando “walk away” en un inglés de mierda)

El grito: “Gracias por venir loco” (un borracho delante nuestro, que debería pensar que estaba en un toque de los redondos o que Franz Ferdinand era el nombre del cantante)

El trapo: La bandera de Escocia que DP tiene en su casa y se olvidó de traer, la cual como dijo mi amigo Roddel era pasaporte directo al camerino de los músicos.

El detalle: Versiones indican que la banda habría hecho un cóver, pero entre tanto tema nuevo que tocaron yo no me di cuenta.

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