domingo, 7 de octubre de 2012

Genghis Khan en Montevideo


“Con destello radiactivo, y entre el polvo apareció.
Tronó el cielo y la tierra. Él ha vuelto a la ciudad”

No, no era el Genghis Khan. Era Skay Beilinson, y con él, el ángel de Patricio Rey. Ese ángel que nos une a los redonditos en una cofradía que no distingue géneros ni nacionalidades. Ese ángel que no sabe de peleas, de separaciones, de declaraciones cruzadas. Ese ángel de la soledad que nos hace bailar presos de nuestra ilusión de volverlo a ver.

Para los alrededores la presencia ricotera no pasaba inadvertida. Puñaditos de bombas chiquititas por todas partes, cantándole al Rey que más fieles tiene en esta parte del mundo, conviviendo armónicamente con su entorno. Hasta se pudo ver al senador Gustavo Penadés, atravesando la “zona ricotera” en plena caminata nocturna junto a su amigo/personaltrainer/guardaespalda/bufanda (póngale el adjetivo que quiera).

La entrada fue normal, sobretodo para los que portamos la cintita celeste acreditatoria (esto es por autobombo nomás). El Club de Tobi aportó su dosis ricotera y la gente la recibió con gran beneplácito. Estaba claro que por estilo y talento, la elección de la banda telonera no podía ser mejor.

De todos modos, las zonas más concurridas los minutos antes del toque eran la cantina y el baño, ambos con gente haciendo fila. Curiosamente, en ambos había parrilla. En la cantina los tickets se cambiaban por hamburguesas, choripanes o latas de cerveza. Por cierto, los talonarios de esos tickets valen 2 mangos, era cuestión de comprar un par (no hay tantas variantes: son blancos, celestitos, verdes o rosaditos) para tener la canilla libre en tus manos. Yo la tiro, vos ves.

“Lluvia sobre Bagdad” inauguró la noche, quizás elegida por el flaco presagiando una precipitación que nunca llegó. Al toque metió “Territorio caníbal” y así comenzó a desplegar su arsenal de canciones, la mayoría del último disco (¿Dónde vas?, 2010), el cual debo confesar me parecía el menos bueno de su producción, hasta haberlo disfrutado en vivo. Ahora me encanta a la par de los otros.

 
De parte de las bandas, las canciones alusivas a los redondos eran una constante entre tema y tema del flaco, fundamentalmente la clásica “vamos los redó”. Y Skay no hizo oídos sordos, acompañó con su viola este cántico, antes de largar “El pibe de los astilleros” para que todos gozáramos a pleno. A falta de la voz inconfundible del Indio Solari, el flaco dejó cantar a la gente gran parte del tema. Un banana prendió una bengala en pleno éxtasis, y el flaco le respondió con carpeta: “las bengalas son parte del pasado. Lo pasado, pisado”. Fue la única vez que le habló a la gente, aparte de un tímido “hola” al comienzo del recital.

En el intermedio tuvimos 2 tristes noticias. Una, fuentes indican que le habrían dado de caño a la cantina, por lo que alguien se llevó una “heladerita” llena de billetes. Esto puede que sea cierto, porque luego del hecho había 2 granaderos custodiando el emprendimiento y antes no estaban (ellos, como siempre, tarde). La otra y mucho más grave: NO HABÍA MÁS CERVEZA! Como dijo un amigo (y con toda la razón del mundo): “Esto no es No Te Va Gustar, tenés que traer más cerveza valor!”.

Volvió Skay a escena y siguió con su repertorio, presentando un tema nuevo llamado “Falenas”. Es raro el efecto “tema nuevo”, es como que no te da la chance de conmoverte, uno lo vive como un espectador de teatro. De todos modos, gustó. Lo podés ver acá.

 
Llegó Criminal Mambo y otra vez la euforia fue generalizada. Un placer disfrutar la viola del flaco en un tema claramente compuesto para su lucimiento personal (bien entendido). No podía faltar “Oda a la sin nombre”, sin lugar a dudas la más popular de su etapa post-redondos.

Llegando al final la banda se despidió (al pedo, porque siempre vienen los bises) y lo que menos podía faltar, tampoco faltó: Jijiji. El pogo más grande del mundo, esta vez atenuado por las incómodas graderías del Teatro de Verano, que provocó más de un porrazo en cadena. Y cuando todos pensaban que la noche estaba terminada, Skay regaló un último tema de su disco más reciente: “Lejos de casa”. Un temón, para mí, el mejor de su último material.

En total (no tengo el orden porque estaba demasiado ocupado disfrutando del show como para tomar apuntes) los temas que hizo fueron (por disco):

¿Dónde Vas? (2010)
“La luna en fez”, “En el camino”, “Aves migratorias”, “Territorio caníbal”, “La rueda de las vanidades”, “Lejos de casa” y “Suelo chamán”.

La marca de Caín (2007)
“Los caminos del viento”, “Arcano XIV” y “Tal vez mañana”

Talismán (2004)
“El gólem de Partenal”, “Flores secas”, “¿Dónde estás?”, “Lluvia sobre Bagdad” y “Paria”

A través del Mar de los sargazos (2002)
“Oda a la sin nombre” y “Astrolabio”.

Patricio Rey
“El pibe de los astilleros”, “Criminal Mambo” y “Jijiji”.

Inédito
“Falenas”

Puede que haya pifiado alguna porque viste como es… “el hígado crece, el cerebro envejece”. En definitva, la mayoría fueron de su último material (es lógico, de alguna forma lo estaba presentando en sociedad, porque convengamos que ese festival burgués en Punta Ballena donde estuvo a comienzos de este año no cuenta) y poca ricota para las expectativas de los redonditos que nos arrimamos al Teatro de Verano, también teniendo en cuenta que en sus recientes presentaciones había regalado un “Semen up”, un “Masacre en el Puticlub”, un “Todo un palo”, hasta un “Nene Nena”.




Igual está claro: por más temas de Patricio Rey que Skay toque, para los redonditos siempre va a resultar poco, hasta que llegue ese milagroso día en que se vuelvan a juntar. Ese día que todos seguiremos esperando mientras la biología lo permita, aunque no se lo hayamos pedido explícitamente a Skay con el clásico cántico “solo te pido que…” porque sabemos que un corazón no se endurece porque si, y dos que se quieren se dicen cualquier cosa.

Por Mr.Baru, alias "
SOY REDONDO HASTA QUE ME MUERA"