viernes, 15 de octubre de 2010

GDF (Guat De Fac) - 1er. Festival de posteos sin sentido


DIA 4 - El Pato Aguilera versus el J.R.S.

Miró por abajo de la puerta y no vio nada. Estaba oscuro, pero al fondo se podía reconocer una fina línea de luz. Intentó mirar con más atención, hizo correr cuatro veces el ojo por el vértice del espacio fino, miró de derecha a izquierda y de izquierda a derecha varias veces y no vio nada.
Estaba allí desde hacía una hora, Mastrangelo le había dicho que volvía enseguida.
Fue al cajón y tomó las cosas que estaban allí, con calma. Se fijó la hora, eran las dos, se dio cuenta que hacía rato eran las dos y que el reloj totalmenteparado sin pila no andaba.
Lo peor para él era seguir ahí, en un pasillo oficina-cuarto-cocina-baño.
Vio en las paredes el color blanco atrás del verde impuro de los hongos y a dos metros, el gran fregadero, ganador del primer premio al fregadero más sucio del planeta.
Fue otra vez al cajón, ya estaba nervioso, quería irse. Volvió al piso y bajó los ojos esperanzado de poder ver algo, pero otra vez, no vio nada. No es fácil saber qué hora es cuando el único reloj en la vuelta, está sin pila. Se pueden experimentar las facetas más extrañas del fracaso, porque aunque uno esté solo y pueda tirar el número que quiera, es tal el estado de desorientación que se tiene, que por más esfuerzo que se haga, la posibilidad de acertar un dato aproximado, es imposible. Eso sintió El Pato Aguilera. Desprovisto de herramientas que le dieran certezas, se frustró y volvió al cajón.
“Es imposible seguir aquí, creo que me subió la presión. Este tipo no viene más.” Pensó para sí.
Enroscado en el nervio-ansiedad-incertidumbre miró el fregadero. Mire por donde se lo mire allí hay una obra de arte. Por más esfuerzo que se haga, llegar a ese estado de mugre es para un artista. Se acercó un poco más, le llamó la atención la gama de colores en el agua. Allí hay una cantidad importante de cosas raras que flotan sin sentido. Se acercó un poco más, y le vinieron unas ganas tremendas de oler, quiso que el olor a podrido se le meta bien adentro de la nariz, en el fondo encontró algo especial, un olor bastante feo. Enseguida al Pato le pasa por adentro la arcada y el posterior mareo. Los ojos le quedaron borrosos, se los frotó y ahí vio salir una mano del fregadero que lo agarró del cuello con una fuerza impresionante, nunca vista. La mano lo sacudió hacia adentro pero se resistió. Estiró el brazo y se hizo de un tenedor, con un poco de fuerza apuntaló al maldito brazo pero el tenedor envuelto en una bola de arroz apelmazado, rebotó contra el brazo sin hacerle nada.
Pese a sus intentos, fracasó y terminó sumergido en las profundidades acuosas del fregadero. El agua podrida no era tan pesada, Aguilera podía moverse con facilidad, el agua era una baba semi-espesa que no lo jodía para nada. Se arrimó al colador siempre arrastrado por el diabólico brazo que lo sumergió hasta el fondo del fondo. Allí si estaba oscuro, de lejos llegó el sonido de una cumbia tropical. Unas moñas pasaron frente a sus ojos. El brazo lo soltó y se perdió rápido por atrás de un rallador. Caminó un poco, pisó unas lentejas, las lentejas explotaron despacio. A lo lejos vio una media cáscara de naranja (también podía ser de limón). Sobre el borde de la cáscara salió un brazo, enseguida reconoció que era el mismo que lo había metido allí. Se acercó pensando en qué decir, pero no se le ocurrió qué y cuando quiso acordar la naranja giró despacio hacia él. Vio a alguien sentado de piernas cruzadas, se frotó los ojos y se encuentro con el mismo Jackie Rodriguez Strata, en su mano derecha tenía un vaso de leche y en la izquierda un chupa-chupa de los que tienen chicle en el medio.
-Qué haces pibe – le dijo el viejo.
Pero El Pato no podía hablar, apenas mantenía el aire. Sintió taquicardias, en breve se iba a ahogar.
-¿Te estás quedando sin aire… eh? – le preguntó irónico Rodriguez Strata.
Aguilera respondió que sí asintiendo con su cabeza. Unió las manos suplicándole ayuda, pero Jackie no hizo nada, sólo lo miró sobre el borde del vaso. Se bajó la leche de una, el bigote le quedó blanco, bien blanco. Prosiguió con el chupa-chupa, sin dejar de mirarlo. Aguilera escuchó la rotura del caramelo y pensó “llegó al chicle”.
Enseguida le vino a la cabeza el recuerdo del ruido de la puerta cuando Mastrangelo se fue. El Pato se ahoga, ya no tiene tiempo, va a abrir la boca de un momento a otro. Jackie se movió sobre la naranja y se tiró un pedo, el olor llegó rápido a las narices de Aguilera que sintió otra arcada. No puede hacer nada. El Pato se va. Empezó a ver todo borroso y las imágenes se le fueron quedando negras. Cayó lento al piso y escuchó la voz lenta del viejo que le dice: “espera tranquilo a que vengan a limpiar el fregadero, mientras tanto quédate por ahí que te necesito para el almuerzo”.

Por Quiroga

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