“Con destello radiactivo, y entre el polvo apareció.
Tronó el cielo y
la tierra. Él ha vuelto a la ciudad”
No, no era el Genghis Khan. Era
Skay Beilinson, y con él, el ángel de Patricio Rey. Ese ángel que nos une a los
redonditos en una cofradía que no distingue géneros ni nacionalidades. Ese
ángel que no sabe de peleas, de separaciones, de declaraciones cruzadas. Ese
ángel de la soledad que nos hace bailar presos de nuestra ilusión de volverlo a
ver.
Para los alrededores la presencia
ricotera no pasaba inadvertida. Puñaditos de bombas chiquititas por todas
partes, cantándole al Rey que más fieles tiene en esta parte del mundo,
conviviendo armónicamente con su entorno. Hasta se pudo ver al senador Gustavo
Penadés, atravesando la “zona ricotera” en plena caminata nocturna junto a su
amigo/personaltrainer/guardaespalda/bufanda (póngale el adjetivo que quiera).
La entrada fue normal, sobretodo
para los que portamos la cintita celeste acreditatoria (esto es por autobombo
nomás). El Club de Tobi aportó su dosis ricotera y la gente la recibió con gran
beneplácito. Estaba claro que por estilo y talento, la elección de la banda
telonera no podía ser mejor.
De todos modos, las zonas más
concurridas los minutos antes del toque eran la cantina y el baño, ambos con
gente haciendo fila. Curiosamente, en ambos había parrilla. En la cantina los
tickets se cambiaban por hamburguesas, choripanes o latas de cerveza. Por
cierto, los talonarios de esos tickets valen 2 mangos, era cuestión de comprar
un par (no hay tantas variantes: son blancos, celestitos, verdes o rosaditos)
para tener la canilla libre en tus manos. Yo la tiro, vos ves.
“Lluvia sobre Bagdad” inauguró la
noche, quizás elegida por el flaco presagiando una precipitación que nunca
llegó. Al toque metió “Territorio caníbal” y así comenzó a desplegar su arsenal
de canciones, la mayoría del último disco (¿Dónde vas?, 2010), el cual debo
confesar me parecía el menos bueno de su producción, hasta haberlo disfrutado
en vivo. Ahora me encanta a la par de los otros.
De parte de las bandas, las
canciones alusivas a los redondos eran una constante entre tema y tema del flaco,
fundamentalmente la clásica “vamos los redó”. Y Skay no hizo oídos sordos,
acompañó con su viola este cántico, antes de largar “El pibe de los astilleros”
para que todos gozáramos a pleno. A falta de la voz inconfundible del Indio
Solari, el flaco dejó cantar a la gente gran parte del tema. Un banana prendió
una bengala en pleno éxtasis, y el flaco le respondió con carpeta: “las
bengalas son parte del pasado. Lo pasado, pisado”. Fue la única vez que le
habló a la gente, aparte de un tímido “hola” al comienzo del recital.
En el intermedio tuvimos 2 tristes
noticias. Una, fuentes indican que le habrían dado de caño a la cantina, por lo
que alguien se llevó una “heladerita” llena de billetes. Esto puede que sea
cierto, porque luego del hecho había 2 granaderos custodiando el emprendimiento
y antes no estaban (ellos, como siempre, tarde). La otra y mucho más grave: NO
HABÍA MÁS CERVEZA! Como dijo un amigo (y con toda la razón del mundo): “Esto no
es No Te Va Gustar, tenés que traer más cerveza valor!”.
Volvió Skay a escena y siguió con
su repertorio, presentando un tema nuevo llamado “Falenas”. Es raro el efecto
“tema nuevo”, es como que no te da la chance de conmoverte, uno lo vive como un
espectador de teatro. De todos modos, gustó. Lo podés ver acá.
Llegó Criminal Mambo y otra vez la
euforia fue generalizada. Un placer disfrutar la viola del flaco en un tema
claramente compuesto para su lucimiento personal (bien entendido). No podía
faltar “Oda a la sin nombre”, sin lugar a dudas la más popular de su etapa
post-redondos.
Llegando al final la banda se
despidió (al pedo, porque siempre vienen los bises) y lo que menos podía
faltar, tampoco faltó: Jijiji. El pogo más grande del mundo, esta vez atenuado
por las incómodas graderías del Teatro de Verano, que provocó más de un porrazo
en cadena. Y cuando todos pensaban que la noche estaba terminada, Skay regaló
un último tema de su disco más reciente: “Lejos de casa”. Un temón, para mí, el
mejor de su último material.
En total (no tengo el orden porque
estaba demasiado ocupado disfrutando del show como para tomar apuntes) los
temas que hizo fueron (por disco):
¿Dónde Vas? (2010)
“La luna en fez”, “En el camino”,
“Aves migratorias”, “Territorio caníbal”, “La rueda de las vanidades”, “Lejos
de casa” y “Suelo chamán”.
La marca de Caín (2007)
“Los caminos del viento”, “Arcano
XIV” y “Tal vez mañana”
Talismán (2004)
“El gólem de Partenal”, “Flores
secas”, “¿Dónde estás?”, “Lluvia sobre Bagdad” y “Paria”
A través del Mar de los sargazos
(2002)
“Oda a la sin nombre” y
“Astrolabio”.
Patricio Rey
“El pibe de los astilleros”,
“Criminal Mambo” y “Jijiji”.
Inédito
“Falenas”
Puede que haya pifiado alguna
porque viste como es… “el hígado crece, el cerebro envejece”. En definitva, la
mayoría fueron de su último material (es lógico, de alguna forma lo estaba
presentando en sociedad, porque convengamos que ese festival burgués en Punta
Ballena donde estuvo a comienzos de este año no cuenta) y poca ricota para las
expectativas de los redonditos que nos arrimamos al Teatro de Verano, también
teniendo en cuenta que en sus recientes presentaciones había regalado un “Semen
up”, un “Masacre en el Puticlub”, un “Todo un palo”, hasta un “Nene Nena”.
Igual está claro: por más temas de
Patricio Rey que Skay toque, para los redonditos siempre va a resultar poco,
hasta que llegue ese milagroso día en que se vuelvan a juntar. Ese día que
todos seguiremos esperando mientras la biología lo permita, aunque no se lo
hayamos pedido explícitamente a Skay con el clásico cántico “solo te pido que…”
porque sabemos que un corazón no se endurece porque si, y dos que se quieren se
dicen cualquier cosa.
Por Mr.Baru, alias "SOY REDONDO HASTA QUE ME MUERA"